
La pintura de Jorge Hernández transcurre entre la figuración y el surrealismo, incitado por la descontextualización de los elementos, con el fin de provocar en el espectador sensación de inquietud. Las escenas, como si de fotogramas de un film se tratasen, presentan momentos sutilmente congelados frente a los que uno se pregunta qué es lo que allí ocurre , atrapando la atención e involucrando en un juego de interacción al observador. Sus obras abren caminos que deben ser recorridos. Hernández es un hedonista contador de historias que se vale de la plástica para lograrlo.